viernes, 1 de julio de 2011

cuando muere un ser querido

Cuando muere un ser amadoMuchas veces por diferentes razones, enfrentamos situaciones dolorosas, lloramos, nos desesperamos y al final, de una u otra manera encontramos solución al problema que nos agobia.
¿Pero qué pasa cuando un ser amado nos es arrebatado por la muerte? Nos encontramos frente a frente ante la impotencia, la desolación y muchas veces sentimiento de culpa. La muerte de alguien amado es algo que no elegimos, ni siquiera lo elige quien se marcha y nos encontramos así de pronto con preguntas que no tiene respuestas y si las tiene nos cuesta aceptarlas.
¿Por qué a mí?
¿Qué pude hacer diferente?
¿Por qué me abandonó?
Aún con el dolor inexplicable que enfrentamos, no nos queda otra alternativa que erguirnos y ser fuertes, porque muchas veces cuando se es el bastión de la familia no podemos derrumbarnos. No podemos permitirnos derrumbar por el dolor,  pues arrastraríamos a otros que también amamos y que también sufren como nosotros por la pérdida física de quien se marcha.
Bien sabido es que no se supera la muerte, pero aprendemos a vivir con la ausencia de nuestros seres queridos, con la melancolía que aún después del paso de tiempo nos asalta y nos lastima. No se puede explicar los sentimientos que provoca la partida de alguien a quien amamos, menos aún cuando la muerte se presenta de improviso. Nos enfrentamos a un mundo nuevo, a una vida que no nos imaginamos que existía, nos enfrentamos al camino que desde ese momento debemos recorrer sin aquel a quien tan amamos y que ya no está.
Cuando estamos felices con los que amamos, no pensamos por un momento que no somos los dueños de la vida, nos olvidamos que ninguno nos prometió que seríamos eternos en esta vida terrenal, no pensamos en los sucesos imprevistos que muchas veces golpean inmisericorde mente muestra vida.
¿Qué hace un/a hija/o que pierde a la madre?
Ninguno nos dijo que algún día podríamos perder a la madre, o al padre, porque al igual que nosotros, se da por sentado que están allí, con su guía y los consejos de su sabiduría, experiencia y madurez.
¿Qué hace una madre cuando ha perdido a un hijo?
Se queda balbuceando las canciones de cuna que ya no encuentran eco en los oídos de su hijo amado, no importa a que edad se les haya ido, es su hijo y ya no lo tiene.
Cualquiera que sea nuestra posición o jerarquía en la familia, nos quedamos desgarradoramente solos, extrañando al padre, madre, esposo, hermano o hijo que nos fue arrebatado.
Y así nos quedamos tratando deencontrar repuestas al porqué de las cosas. No importa cuanto se diga, cuanto se estudie o investigue acerca de la muerte y sus efectos, ninguno nos puede asegurar o garantizar cuanto tiempo estaremos en ese estado de confusión, rabia e impotencia. El dolor no nos permite vislumbrar ni remotamente la posibilidad de encontrar alivio.
No faltan por supuesto los consejos bien intencionados de familiares y amigos, ¿pero cómo asimilar la muerte que aunque forma parte de la vida, no lo hemos contemplado entre nuestros planes? El proceso de duelo parece no detenerse nunca porque es largo y doloroso, sin embargo llega, porque el tiempo no se detiene, pero tampoco pasa sólo porque si. Con el tiempo nos damos cuenta que volvemos a sonreír, a recibir nuevos acontecimientos en la vida, y no podemos ni debemos culparnos por ello, pues eso no significa que se ha olvidado a quien tanto se amó, es sólo una indicación que haber madurado y hemos aprendido a llevar nuestro dolor.
No debemos avergonzarnos ni sentirnos mal de caer en periodos de tristeza, especialmente en fechas importantes, eso se da especialmente en el primer aniversario, los pasajes de sus últimos días y del día de su muerte se repiten en nuestra mente como una película en cámara lenta, el dolor forma parte de nuestra vida, se ha quedado allí para siempre, pero el dolor también se absorbe y se queda en nuestro corazón, y en la memoria, pero ya no con la misma intensidad.
No podemos ni debemos imponernos un tiempo para superar la muerte de un ser querido, no es malo, vergonzoso ni molesto llorar, ni hablar con quien está cerca de nosotros y nos quiera escuchar. Es en situaciones así en las que podemos estrechar los lazos de amistad y amor con nuestros familiares y amigos. Caemos en periodos de tristeza, sí, caemos, pero también hemos aprendido a ser fuertes, hemos aprendido a celebrar como vivieron su vida y no lamentarnos por la forma que murieron, aprendamos entonces a tener confianza, esperanza y fe en Dios de que un día volveremos a vernos con nuestros amados a quienes no dejamos ni dejaremos de extrañar.
Difícilmente nos encontramos con alguien que no haya pasado por el dolor de haber perdido a un amigo, hermano, hijo o algún ser amado, todos reaccionamos y manejamos nuestro dolor de distinto modo.

1 comentario:

  1. Cuando mi padre murió sentí mucho dolor,,pues no es facil superar esto. Uno piensa una y otra vez que hiubieron cosas que pude haber hecho y no las hice,,pero ya es tarde solo queda el recuerdo de quien se fué para siempre....cada dia que pasa me hace mas falta mi padre quiuen fuera mi mejor amigo y consejero,,,GRACIAS padre a ti te debo todo lo que soy................

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